- ¿Que tanto hemos puesto de nuestra parte para que esta transición de traer la bicicleta al entorno urbano sea ordenada y tranquila?
- ¿Que tan conscientes estamos de nuestras obligaciones y derechos como ciclistas?
Estas son preguntas que cada uno debe de contestar ya que es una idea generalizada de que los automovilistas no respetan o incluso odian a los ciclistas, sin ponernos a pensar que tal vez tenemos parte de la culpa de este fenómeno. Circular en sentido contrario, sobre la banqueta o amedrentando a los peatones son solo algunas de las conductas con las que todos los dias colaboramos a que suceda esto.
Historicamente la introducción de un nuevo medio de transporte ha tenido exactamente el mismo proceso. Volviendo a la época cuando el transporte general era propulsado con animales, creó un gran impacto y aversión la llegada del automóvil. Mientras que un grupo de progresistas -similares a los ciclistas urbanos de hoy- defendía el uso y proliferación del auto, el grueso de la gente se sentía atemorizado por esta nueva máquina que prometía cosas a cambio de una evolución en el pensamiento.
Lo mismo sucede hoy, en que se presenta una modo de trasporte distinto al acostumbrado y donde la mayoría teme a un cambio que propone grandes ventajas pero que exige un cambio en la forma de pensar.
Los ciclistas urbanos actuales, como ejemplos de una nueva tendencia tenemos la obligación de limpiar el camino a futuras generaciones de ciclistas. No podemos esperar que los automovilistas tomen la iniciativa de cedernos el camino. Tenemos que ganarlo, demostrando que somos suficientes ciclistas como para que nos asignen un espacio; mostrando cortesía y amabilidad para probar que sabemos compartir la vía.
Es así, que si seguimos usando la bicicleta, compartimos la ciudad y atraemos nuevos ciclistas, algún día, la bicicleta será un modo de transporte generalizado y armónico con el resto de la ciudad.
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